viernes, 20 de noviembre de 2015

Un banco... ¿vacío?



Si el frío metal pudiese hablar y contar lo que en su regazo escucha, lo que entre su abrazo el ser humano medita, llora o sueña…

Si el enrejado pudiese desvelar cuántos besos furtivos, cuántos abrazos y confesiones entre amantes escuchó, cuántos secretos guardó, cuántos enigmas resolvió…

Pero el metal no habla, no escucha, solo permanece, ahí, testigo mudo, incitador al descanso temporal, lecho improvisado de algún mendigo desamparado, cómplice de besos de medianoche y puestas de sol diarias, quizás cuna de ideas de poetas y objetivo de fotógrafos inspirados…


Si el frío metal pudiese hablar y contar lo que en su regazo escucha… quizás una parte del mundo que conoces se revelaría atípico. 



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