viernes, 18 de septiembre de 2015

Suave caricia


 

Hola amigos. Hay días que en lugar de veinticuatro horas, parecen tener cincuenta. Tras un día especialmente largo, llegué a casa... y al fin... sustituyes los vaqueros por el pantalón corto, te lavas la cara, te colocas las chanclas y respiras.

A veces, lo más sencillo y cotidiano que puedas imaginar, te puede ayudar. 

Sentada en mi patio, observé a mi alrededor, y comprendí que esa belleza que me rodeaba no era el jardín de Versalles, pero sí, mi jardín. Algo en lo que yo había colaborado, mimado, regado, abonado... La Madre Naturaleza puso el color y la fuerza, y yo quizás... el interés. 

Me sentí sobradamente recompensada. 


Tras la larga jornada,
Tomo asiento, ausente,
Divagando mi mente,
Sobre mi alma cansada

Observo, absorta, lo que me rodea,
Sin búsqueda prefijada,
De mi propia vida soy albacea
Me recuerdan unas hojas ajadas…

Mis ojos se posan en ellas,
Suaves y hermosas,
Efímeras querellas,
Envidiadas por las mismas diosas

La suave caricia de tu tacto
Impregna mis sentidos,
Aletargados por el tiempo,
Dormidos en el olvido…

Tu vida es efímera,
Al igual que la propia…
Pero si a sorbos el sol bebiera,
Y tan solo respirar despacio pudiera,
Se prolongaría en el tiempo

Al igual que tu quimera.









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